MUERE EL CREADOR DEL MRLFue por mi papá Fausto que supe de la existencia de Alfonso Lopez Michelsen, por allá en 1959 o 1960, cuando estudiaba en el seminario menor de Pamplona y que por ser chitaguense se me tenía entre ojos dado que era muy raro que con contadas excepciones allí estudiaran oriundos de allí. Para esa época eramos varios los chitaguenses: Concho Villamizar hacía sus estudios de filosofía en el Mayor, Chepe Calderón, Antonio Carvajal, Libardo Correa, Gustavo (Pichirique) Rivera y yo. Creo que hubo elecciones y el MRL sacó mayoría en Chitagá y la cargadilla que soporté de parte de algunos de los curas profesores fue marcada, sobre todo de Polo Latorre que era prefecto de disciplina, casi nada; me la mantenía montada y no veía la forma de hostigarme, de manera que yo me guardaba de darle papaya; recuerdo que decía que los chitaguenses eramos bandoleros y guerrilleros y comunistas, que por eso el MRL había ganado allí. Si yo tenía que hilar muy finito pues estaba en el ojo de huracán; claro que también había sacerdotes que nos aceptaban y hasta nos defendían, p. ej. el padre Pabón que por ser de Bochalema como que era cachiporro, eso me parecía.Esos recuerdos los rememoro hoy día que murió don Alfonso Lopez M. Un gran pensador, quizás el que más sabía de Colombia, solo basta leer cualquiera de sus escritos para ver que su inteligencia fue privilegiada y fue uno de los pocos que pudo descifrar las causas del atraso de todo orden de esta nuestra Colombia querida; lamentablemente a esa clase de mentalidades les surgen infinidad de enemigos gratuitos (envidiosos) que siempre torpedean la labor que pueden desarrollar en pro de los colombianos. Diplomático por excelencia derrochaba elegancia no solo fisica (hay que ver la distinción en su forma de vestir) sino en su forma integral de ser; su expresión contemplaba matices muy profundos que pretendían motivar e incentivar a sus seguidores o simplemente a sus lectores u oyentes.A continuación reproducimos un artículo que publica El Tiempo que bien merece la pena ser comentado:Perfil de Alfonso López, por Bernardo Ramírez Alfonso López Michelsen 1913-2007 El ex presidente parecía más llamado a destinos académicos o humanísticos, que a los pragmatismos riesgosos de la política, según el ex ministro. La odisea política del hombre de letras Alfonso López Michelsen invita a reconsiderar el viejo tema de los peligros que, a sabiendas, afronta quien como intelectual se involucra en las luchas por el gobierno de la sociedad. O se está dispuesto a utilizar el mal, a aprender a tolerar la ignorancia y la corrupción de los políticos convencionales, o se pierde. Maquiavelo sigue vigente.Con la ventaja sobre sus compatriotas de haber estudiado fuera del pobre escenario pedagógico colombiano, López Michelsen asimiló la perspectiva europea para ir por la vida y por el mundo. Mientras aquí sus contemporáneos debían tratar de sacar provecho de la precaria materia prima educativa a su disposición, el futuro presidente estudiaba en inglés y en francés los grandes temas de la historia, la ciencia, la filosofía, la economía, la literatura, el derecho y la política. Quizás tal escenario no sea definitorio, pero no le llena de ripio la cabeza al estudiante, que es a lo que nos han mantenido acostumbrados, y dura hasta hoy.Lucha contra el olvidoComo correspondía, López Michelsen ya era respetado en su calidad de jurisconsulto, profesor de Derecho Constitucional y escritor literario, cuando entró a la política. Fundó con otros intelectuales rebeldes el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL). Fueron los tiempos duros y alegres del 'compañero jefe' y de 'la niña Ceci'. Allí se congregó lo que llegó a conocerse como 'izquierda democrática', cuyos integrantes en todo el mundo al vaivén histérico de la guerra fría, eran apodados 'compañeros de viaje' e 'idiotas útiles' del comunismo, por una caverna reaccionaria cuyos nuevos demonios, al menos en estos lares, eran Fidel Castro y el 'Che' Guevara; exorcizables, según centenarias fórmulas, con los golpes de la famosa 'Mano Negra', especie de paramilitarismo intelectual que al final triunfó, pues con amenazas o con prebendas logró que los más aguerridos luchadores terminaran como "funcionarios frívolos del sistema" (por ejemplo, vigilantes retóricos de los derechos humanos, en gobiernos que se sostienen precisamente con la violación de tales derechos), según la terrible definición de un académico inglés. López Michelsen dio un buen espectáculo intelectual y político entonces, con sus análisis ideológicos y sus enjuiciamientos a la clase dirigente colombiana.Al establecer que como disidente no llegaría al poder, y en vía de extinción el MRL, López regresó a la maquinaria liberal, pero para ponerla a su servicio. No volvió humildemente; exigió y obtuvo la incorporación de ideas importantes al proyecto de reforma constitucional del presidente Lleras Restrepo. Probó la burocracia como gobernador del Cesar y Ministro de relaciones Exteriores. Estaba listo ya para dar el último paso hacia la Presidencia de la República. La logró barriendo dentro de su partido las aspiraciones reeleccionistas de Lleras Restrepo.Aquí comienza el melodrama para López Michelsen, como para la mayoría de quienes lo antecedieron y le seguirán a lo largo y ancho de la historia del mundo. El sabía que su victoria sería su derrota. En efecto, pocas horas después de un triunfo arrollador, en 1974, declaró a los periodistas extranjeros que la votación tan grande lo preocupaba, por el hecho de que ella haría desbordar las esperanzas populares. Y así sucedió. De nada le valió hacer un buen gobierno.Pese a ciertos aspectos positivos, la lucidez y el saber de López Michelsen casi esconciertan, porque de poco le han servido al país. A la hora de la verdad, se ha sometido a los vicios nacionales, aunque por temperamento y formación los rechace. A pesar de ser el gran intelectual que es, ya salido de su torre de marfil, acepta el imperio del clientelismo rampante y envilecedor de los dos partidos reinantes. Tranquiliza un poco el hecho de que cada día aminora por voluntad propia la presencia politica de López Michelsen, en beneficio de lo suyo, que es leer y escribir, seguro como debe estar de que con ellos le será menos dura la lucha contra el olvido a quien, como él, se aleja irremediablemente del escenario del poder.República prisioneraFinalmente: puede el observador imaginarse lo que pensará el elegante intelectual y político López Michelsen al recordar que su padre lo superó en muchas cosas, pero sobre todo en una: se rodeó de hombres brillantes que, para su sereno orgullo, fueron prestigiosos estadistas y literatos: Alberto Lleras Camargo, Darío Echandía, Jorge Zalamea, Hernando Téllez, Carlos Sanz de Santamaría, Alfonso Palacio Rudas, y tantos otros. Del MRL no quedó nada. Apenas el recuerdo leve de Indalecio Liévano Aguirre, Jaime Isaza Cadavid, Alfonso Barberena y dos o tres más. Hoy el ex presidente López Michelsen debe soportar el venenoso homenaje de que su único y supuesto discípulo, por propio reconocimiento, sea Ernesto Samper, quien le impuso a su país uno de esos gobiernos que los eruditos llaman "basura histórica".Pero no todo ha de ser rigor. A López Michelsen podría aplicársele lo que él premonitoriamente escribió sobre su padre en 1985, al descubrir un busto suyo en el Capitolio Nacional: "... No fue Alfonso López Pumarejo un Moisés, dictando leyes, tras consultar con Dios, en lo más alto de la montaña. Fue uno de tantos. Otro colombiano y otro liberal que, en la vida privada, en la buena y en la adversa fortuna, pudo auscultar las palpitaciones de una república prisionera entre las viejas estructuras feudales..."Hermoso ejemplo de una nostalgia inútil y peligrosa!
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